lunes, 12 de septiembre de 2011

GINO´S , UNA PIZZERIA CON PUERTA AL INFIERNO 
Hoy os contaré una historia de terror gastronómico.
 Allá por el año 96 una pizza me provoco un trauma que todavía a día de hoy no he podido superar totalmente. Y eso que las recomendaciones que figuraban en la guía, afirmaban que se trataba de la mejor pizzería de todo Chicago....
El lugar se llamaba Gino´s, con solo oír su nombre se me pone la piel de gallina y un sudor frio recorre mi frente, no sé si tendré el valor de terminar mi relato.
Acudimos a aquel establecimiento en un estado prácticamente de desnutrición, ya que habíamos decidido alimentarnos a base de suero fisiológico azucarado y una especie de cartas de póker comestibles que lograban disimular el gusto a cartón con mucho jengibre.
Una vez instalados, pedimos aquella cosa esférica que profanaba el nombre de la pizza.
Se trataba de una  gran ostia satánica, salida del horno del propio Belcebú. Pronto nos  dimos cuenta de su diabólico. Desafiaba a toda ley gravitatoria, ya que sus paredes superaban la altura del servilletero, se puede decir practicamente que levitaba. La superficie, estaba cubierta por una especie de enduido plástico no apto para  uso alimentario, embebido en una mezcla de grasa y glicerina que amenazaba con taponar las arterias de un mamut.
Pero lo peor, estaba por llegar… no sé si tendré el valor de continuar…. mi acompañante armada con un cuchillo y apretando fuertemente los dientes decidió cortar una porción… DIOS!!!!  Parecía que había reventado la gran Represa de las Tres Gargantas, hectolitros de salsa tomatosa con restos de algún cadáver en franca descomposición, amenazaron rápidamente con inundar la ciudad. Intentamos detener aquella hemorragia poniendo todas las servilletas disponibles, dos paquetes de pañuelos descartables con plástico  y todo, un tenedor a modo de travesaño  y  una lata de gaseosa para apuntalarlo.  Pero fue todo inútil, había que pedir ayuda. Estaba claro que pronto se necesitarían paramédicos, guardia nacional, bomberos e incluso alguna unidad especializada en explosivos( nos habían dicho que era picante).
Todavía tiemblo cuando lo recuerdo. Pero el terror no había terminado , mi compañera maltrecha por el hambre que provoca hacer turismo por las calles de EEUU , se llevó un trozo a la boca. Pensé  lo peor, temí por ella.
Intenté socorrerla, pero sufrimos otro infortunio. En mi estado de shock  confundí la lata de cerveza con el vaso tamaño termo tanque de Coca-Cola. Aquel disolvente gaseoso, al que me veía obligado a ingerir por ser menor de edad , reaccionó en combinación con la salsa. Mierda!! Y yo que siempre había pensado  que practicar una traqueotomía con una birome Bic era una leyenda urbana. Por suerte logro tragarse aquel Alién. Esos si ,tuvo una recuperación lenta, por precaución la alimenté durante 15 días con jamón español distribuido en el mercado negro  y vino de la Rioja.

Al irnos del lugar, giré la vista un instante y descubrí al pizzero. Nos miraba fijamente, juraría que no tenía parpados y dos bultos se ocultaban debajo del gorro. La pala que usaba para sacar aquellas armas de destrucción masiva del horno tenía forma de guadaña. Entonces lo vi todo claro, aquello no era un horno, era una puerta que comunicaba directamente con el infierno.
Pero poco apoco los dos lo hemos  ido superando, gracias a sesiones interminables de terapia en Giorgio, en Calafell localidad cercana a Barcelona, un lugar donde su pizza de menta es el único antídoto efectivo  para aquellos funestos recuerdos.

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