domingo, 11 de septiembre de 2011

BONDIOLA EN LA COSTANERA
Sabías que  los carritos de  la costanera porteña ocultan misterios aun sin resolver?
Te has preguntado alguna vez ,que esconde la bruma  del Rio de la Plata cuando se mezcla con ese humo atestado de partículas de grasa?

 Se trata quizás de  una señal de comunicación, una llamada olfativa  a seres de otros mundos?
 Si te presentas a las 5 de la mañana dispuesto  a consumir algo, podrás asistir a algo ciertamente inusual. Centenares de  entes fantasmagóricos acuden a  ingieren sándwiches en total armonía. No sufras  nadie te descubrirá, ya que si en ese horario eres  capaz  de embucharte un paty, ya formas parte de la obscura diversidad que se oculta bajo el tenue manto de la noche.
Sabias que el chimichurri que allí preparan contiene una toxina de alta complejidad  que permite mantener una apariencia humana por el resto del día. Hay pruebas fehacientes que demuestran que  con una sola cucharada de esta pócima, Moyano consigue  ocultar  sus siete tentáculos sin que apenas se note nada  en su contextura física.
Actualmente la bondiola que sirven , ya  no es de origen porcino. Se trata de un conglomerado a base de caucho y fibras de colágeno de alta resistencia , que producen una especie  gigantes de seis metros bastante boludos,  en una factoría a 25.000 km de profundidad bajo el océano Pacífico. Aunque la mayoría de sus clientes toleraban perfectamente este corte de cerdo, en el año 1988  se produjo un caso  que provocó su  substitución definitiva. Un ectoplasma al que recuerdan vestido con la celeste y blanca , sufrió un shock anafiláctico que le provocó  terribles consecuencias. Instantáneamente  se convirtió en humano , aunque la forma corpórea dejaba mucho que desear. Esta transformación sin embargo,  le consumió el 92% de su   masa encefálica . El dueño del local temiendo por  el cierre de su negocio, lo sometió a una intervención quirúrgica de urgencia. Le abrió el cráneo de un fierrazo y  lo rellenó con carbón , dos patys vencidos  y un poco de mayonesa para que el ser no sucumbiera  allí mismo. Sin embargo contra toda explicación científica  sobrevivió . Se incorporó  y al  preguntarle si recordaba   su nombre , este respondió con voz clara:  Carlos Saul.
El resto de la historia es material clasificado y forma parte del expediente 256/PX-1 que trata de encontrar una explicación digerible a la elección de aquel  ser del inframundo, por parte del pueblo argentino.
Si os atrevéis a visitar estos carritos, os hago una advertencia. No se os ocurra pedir choripan. Son de apariencia normal e incluso comestible pero son altamente nocivos si no  tenéis un sistema digestivo compuesto por diecisiete estómagos, caso este de una especie de serpiente gigante,  que emerge de las aguas brumosas del Plata los primeros días de luna llena. Esto se debe a que en su fabricación se utiliza un tocino muy rancio que se encontró en grandes cantidades en una construcción prehispánica en la provincia de Salta, cuyo origen es  todavía un misterio.
Pero tengo que deciros que es una experiencia única. La última vez que acudí, una madrugada calurosa del mes de marzo,  dos zombis muy sociables me invitaron a una mezcla oscura hecha con agua del Riachuelo  destilada,  al que ellos llamarón café. Por precaución yo me había tragado un litro de resina plástica doce horas antes, logrando así una película de tres centímetros de grosos totalmente impermeable y resistente a la abrasión, desde la boca de entrada a la de salida. Esto impidió que el brebaje me perforara los intestinos.
Mis simpáticos compañeros me  contaron que acudían al lugar regularmente  desde hacía años. De su cartera sacaron una fotografía ya muy  descolorida, en ella se veía a ellos dos junto a una joven zombi,  comiendo sándwiches de vacío:
 - Esta foto es del año 1918, éramos tan jóvenes-. Explico el más alto de los dos.
- Quién es ella ?- pregunté señalando a la desconocida de la foto.
-Ella ya no viene más por aquí- dijo señalando a la  joven. – Desde que se sometió a aquella metamorfosis integral, no se junta más con el pueblo llano. Eso si le costó una fortuna, no es barato rellenas las pústulas y cubrirse el cuerpo íntegramente con una capa de látex textura  piel-. Se notaba cierto resentimiento en su voz. -Ahora  Mirta prefiere los almuerzos con gente más importante-.
Distraídos por la amena conversación  fue pasando el tiempo, y  a mis nuevos compañeros les asaltó  el hambre. Quedaba poco para el amanecer y debían volver bajo tierra. Pidieron un Súper Pancho con papa fritas. Tengo que reconocer que en ese momento me dio un poco de cosita, y no porque el propietario tuviera seis dedos y un ojo de ciclope ( el también consumía aquel chimichurri para mantener su apariencia durante el día) sino porque las salchichas brillaban con un tenue tono fosforescente.  Pero me tranquilicé, lo que no mata engorda y un poco de uranio enriquecido no va a acabar con un  bicho como yo. Eso sí , sufrí quemaduras de tercer grado en las fosas nasales debido al olor que emergía de la freidora , ya que el  propietario se enorgullecía de no haber cambiado el aceite en los últimos cincuenta años, lo que le otorgaba un bouquet similar al de una central  térmica.
Guardo un grato recuerdo de aquel encuentro, aunque para comer prefiero los lomitos de Sant´s Bier en Bariloche, algo más aburridos desde el punto de vista ectoplásmico, pero una delicia para el bagre.

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